Condesa de Chinchón
1800
de Sueca, Madrid, España
Colección privada

Image One, Inc.

Sus retratos de este periódo muestran todavía un entendimiento de la fascinación de las mujeres y de los niños, no igualado por ningun otro artista con la posible excepción de Renoir. Dos retratos de mujeres completodos en esa época muestran claramente esta calidad — Doña Antonia Zarate, orgulloza, recta, coqueta y algo triste; la Condesa de Chinchón, la más tierna de todos sus retratos de mujeres, en lo cual el rostro infantil y la anchura fragil de los hombros se contrasten con el traje expansivo y hermosamente pintado.

Estos retratos son como un último adíos a las alegrias de la vida, porque poco después Goya se retiró y se aisló en su “Quinta del Sordo” en Madrid. Mientras tanto, las guerras Nápoleonicas vinieron y se fueron. Los horrores terribles que sufriron la gente Española llenó a Goya con tanto amargo que convertió el poder total de su arte en un ataque contra la conducta insana de los seres humanos. Fue disgustado por el sistema político que consideró reaccionario y brutal y en su arte intentó describir los horrores de la guerra y retratar potentamente la falta de sentido del sufrimiento humano tanto injusto como no merecido.